La ansiedad, el estrés y los problemas digestivos están relacionados. En estos tiempos cada vez más pujante y de ritmo frenético, no es fácil mantenerse plácido y evadir las preocupaciones y contingencias de la vida diaria. Muchos órganos de nuestro cuerpo notan los efectos del estrés prolongado que esta situación origina, pero es el sistema gastrointestinal el que lo manifiesta con signos más evidentes.
El estrés es una respuesta fisiológica normal presente en todos los seres vivos. Se trata de una reacción en la que entran en juego múltiples sistemas de defensa para abordar una situación que pueda resultar amenazante o difícil de gestionar. Diversos estímulos pueden desencadenar los mecanismos del estrés, desde un abrupto e inesperado acontecimiento hasta una sensación que sea tan poco deseada que nos perturbe en lo emocional.
Tipos de estrés:
– Estrés Agudo:
Sobreviene a corto plazo y tiende a desaparecer con rapidez. En el transcurso de nuestra existencia, hemos tenido este sentimiento, alguna vez o varias veces, como respuesta natural a un estímulo negativo.
– Estrés Crónico:
Es el más prolongado, pues se sostiene en el tiempo y no se considera normal. Dura semanas o meses y responde a problemas acuciantes, como dificultades económicas o confrontaciones en las relaciones interpersonales, de pareja o laborales, entre otras.
En su variante crónica, el estrés conlleva estados emocionales como ansiedad, tristeza y otros sentimientos negativos. Incluso, la reacción de alerta se puede mantener en el tiempo sin que exista un detonante claro.
Este estado de alerta constante afecta, a largo plazo, a varios órganos y sistemas del cuerpo. El estrés crónico se asocia a diarrea, estreñimiento, mala digestión, dolores frecuentes, pérdida o aumento de peso, problemas sexuales y muchos más. Pero en esta oportunidad enfatizaremos en cómo se relacionan el estrés y la ansiedad con diversos padecimientos del sistema digestivo.
Sistema nervioso versus sistema digestivo
En situaciones de estrés se liberan sustancias que estimulan el sistema nervioso. Hay personas que tienen un tubo digestivo altamente sensible a esas sustancias, por lo cual el estómago y el intestino trabajan deficientemente.
El cortisol se ha establecido como la hormona del estrés por antonomasia. La razón es que el cuerpo, ante circunstancias estresantes o de emergencia, produce y libera grandes cantidades de esta hormona, la cual sirve como detonante para responder a dicha situación de forma rápida y hábil.
Aquí entran en juego también las catecolaminas, que son neurohormonas elaboradas por células nerviosas en forma de sustancias químicas, usada para enviar señales a otras células. Se trata de una sustancia importante para dar respuesta al estrés, pero adicionalmente puede generar un aumento de la frecuencia cardíaca y de los niveles de glucosa, así como alterar los movimientos intestinales.
Afecciones más comunes
La tensión a la que se somete el organismo con el estrés puede provocar desde diarrea, o por el contrario, estreñimiento, lo cual dependerá de cada persona. Igualmente, puede incrementar la acidez del estómago, ya que se segrega un exceso de jugos gástricos, así como gases, pues la situación que se atraviesa puede provocar que se coma más deprisa.
La motilidad intestinal, como médicamente se denomina al conjunto de movimientos que hacen posible el viaje de los alimentos desde la boca hasta el ano, se ve afectada en diferentes variaciones por el estrés. Las alteraciones en la motilidad digestiva vienen desencadenadas por la liberación de catecolaminas y hormonas de estrés, como se comentó anteriormente, las cuales se producen en respuesta al estrés. Esto puede generar problemas en las funciones del sistema digestivo, así como un desequilibrio de la microbiota intestinal, antes conocida como flora intestinal.
Si el estrés, como tal, altera el normal funcionamiento del aparato digestivo, ese mismo problema genera igualmente ansiedad y alteración emocional en quien lo padece. Por ello, lo que se aconseja es siempre acudir a un médico gastroenterólogo.
Reflujo ácido y ansiedad
Existe una fuerte relación entre el reflujo ácido y la ansiedad. Ambos se pueden combinar creando un ciclo problemático de incomodidad mental y física. Es de suma importancia entender cómo están conectados los dos para detener la acidez estomacal generada por el reflujo ácido y la ansiedad.
Como ya hemos dicho, la ansiedad es trastorno que se relaciona fuertemente con el estrés que origina sentimientos de preocupación, nerviosismo o inquietud. Los eventos de la vida cotidiana, como una prueba médica, una decisión importante, una presentación o una entrevista de trabajo, pueden causarla. La que crónicamente se manifiesta de forma más pronunciada e interfiere con la capacidad de vivir una vida normal.
En cuanto al reflujo ácido, es algo que la mayoría de las personas ha experimentado. Ocurre cuando ingerimos la comida y esta viaja por el esófago hacia el estómago, donde el ácido estomacal ayuda a descomponerla. Cuando, después de este proceso, el esfínter esofágico no se cierra para mantener el ácido fuera del esófago, este se distiende y hace que se filtre hacia este órgano, causando irritación y acidez.
Vale destacar que el estrés y otros rasgos psicológicos de la ansiedad, pueden aumentar los síntomas del reflujo ácido y viceversa; es decir, que los síntomas del reflujo ácido pueden aumentar la ansiedad.
Un estilo de vida adecuado y los cambios en la dieta son las principales formas de prevenir el reflujo ácido. Generalmente se indica evitar los desencadenantes de la acidez estomacal, como el tabaco, el alcohol y algunos alimentos que la propician, como los cítricos, picantes, tomate y sus derivados, chocolate, frituras y cebolla, entre otros. También se recomienda no comer en exceso y hacerlo lentamente.
Otras opciones importantes
Como dijimos antes, los problemas gastrointestinales equieren poner atención tanto a los aspectos físicos como a los psicológicos. Sólo con decir “he decidido que ya no me estresaré” no soluciona el problema, por lo que es importante pensar en una estrategia, o varias, para enfrentar esos momentos difíciles. He aquí algunas opciones:
- Pausas activas en el trabajo.
- Ejercicio físico por lo menos tres veces a la semana.
- Meditación.
- Respetar las jornadas laborales sin excederse.
- Dormir las horas necesarias, idealmente ocho horas.
Si se han intentado varias de estas opciones y aún persisten los problemas frecuentemente, es el momento de acudir a un médico para buscar, tanto asesoría específica de acuerdo a cada caso, como el tratamiento adecuado para ellos.
Beneficios de comer saludable
Ya sea a corto, mediano o largo plazo, todo lo que se come tiene un impacto directo en el organismo. Por lo tanto, una alimentación sana permitirá que el mismo funcione mejor, consumiendo de todos los grupos proteínas, grasas y carbohidratos. Por lo contrario, una alimentación inapropiada es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar distintas enfermedades crónicas.
Además, una alimentación sana genera beneficios, tal como lo destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se potencian manteniéndose hidratado, realizando alguna actividad física, no fumando y descansando adecuadamente.
Entre esos principales beneficios está el de proteger el corazón, brindado una salud cardiovascular y por ende, disminuyendo las enfermedades asociadas. También se fortalecen los huesos, ya que al consumir alimentos con alto contenido de calcio, ayuda a mantener una buena masa ósea y que se prevengan enfermedades como la osteoporosis o la osteopenia.
Pero una dieta saludable brinda energía y mejora el rendimiento cerebral. En ese sentido, hace que se tenga una buena concentración y que todo el sistema nervioso trabaje de manera correcta.
Al alimentarnos de forma correcta, el organismo mantendrá niveles óptimos y permitirá estar activos, de manera que se reduzca el estrés y el cansancio. Esto también hará que mejore el estado de ánimo e incluso el sueño. Tenga presente que cuando se está muchas horas sin comer o ingiriendo alimentos inadecuados, el humor se desequilibra y afecta que se descanse adecuadamente.
Otro de los principales beneficios de una alimentación saludable es que el sistema inmunológico trabaja adecuadamente lo cual no mantiene protegidos ante distintas enfermedades. Aparte, regula el tránsito intestinal, permitiendo que los intestinos trabajen correctamente, evitando problemas en el tránsito intestinal causante de la diarrea o estreñimiento, por ejemplo.
Ahora bien, cuando se consumen todos los grupos de alimentos, eso sí, en las cantidades adecuadas, esto ayudará a controlar el peso, evitando por supuesto, el sobrepeso y la obesidad.
Igualmente, al tener una alimentación variada, el cuerpo obtendrá todas las vitaminas y minerales necesarios para mantener no sólo una piel hidratada, sino también rejuvenecida.