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Calcio y osteoporosis: realidades y mitos

La salud de los huesos es un tema que despierta gran interés y preocupación en diferentes etapas de la vida. A menudo, la palabra osteoporosis se asocia de manera inmediata con el calcio, un mineral fundamental en la construcción y mantenimiento de la masa ósea. Algunas personas piensan que basta con consumir grandes cantidades de calcio para prevenir la enfermedad, mientras que otras creen que los suplementos son innecesarios y hasta perjudiciales. Esta mezcla de verdades y mitos genera dudas que merecen ser aclaradas.

La osteoporosis es una condición silenciosa que afecta la densidad y calidad de los huesos, volviéndolos frágiles y propensos a fracturas. Se trata de un problema de salud pública global, con especial impacto en mujeres después de la menopausia y en adultos mayores de ambos sexos. El calcio juega un papel indiscutible en este escenario, pero su eficacia preventiva o terapéutica depende de múltiples factores, como la absorción intestinal, la vitamina D, la actividad física y el equilibrio con otros nutrientes. Analizar qué es cierto y qué no en relación con el calcio y la osteoporosis es clave para tomar decisiones informadas.

Osteoporosis: una enfermedad silenciosa y compleja

La osteoporosis no solo consiste en “huesos débiles”. Es el resultado de un desequilibrio entre la formación y la resorción ósea, procesos que normalmente mantienen la fortaleza esquelética. Con el paso de los años, y bajo ciertas condiciones, la destrucción del hueso supera a su formación, provocando pérdida de densidad. Lo preocupante es que la enfermedad no genera síntomas evidentes hasta que ocurre la primera fractura, muchas veces en la cadera, la muñeca o la columna vertebral.

El riesgo de osteoporosis aumenta con la edad, el sexo femenino, los antecedentes familiares y factores como el bajo peso corporal, el sedentarismo o una dieta deficiente. En este contexto, el calcio se ha convertido en el protagonista de las recomendaciones de salud ósea. Sin embargo, la realidad es más matizada: ni todas las personas con alto consumo de calcio evitan la enfermedad, ni todas las personas con ingesta baja desarrollan osteoporosis. Esto sugiere que se trata de un fenómeno multifactorial donde el mineral es solo una pieza del rompecabezas.

Calcio: mucho más que un mineral para los huesos

El calcio es el mineral más abundante en el cuerpo humano y aproximadamente el 99% se encuentra almacenado en huesos y dientes. Allí cumple una función estructural, brindando rigidez y resistencia. El 1% restante participa en procesos vitales como la contracción muscular, la transmisión nerviosa y la coagulación sanguínea. Por esta razón, el organismo mantiene niveles muy estrictos de calcio en sangre; cuando disminuyen, recurre a los huesos como fuente, debilitándolos con el tiempo, si esto se presenta a largo plazo.

Una creencia común es que basta con consumir lácteos en grandes cantidades para tener huesos fuertes de por vida. Si bien la leche, el yogur y el queso son fuentes excelentes, no son las únicas. Vegetales de hoja verde, frutos secos y pescados como las sardinas con espinas también aportan cantidades significativas. Además, no todas las personas toleran la lactosa, por lo que es necesario ampliar la mirada hacia otras alternativas para cubrir las necesidades diarias.

Ingesta recomendada de calcio: ¿cuánto es suficiente?

Las recomendaciones internacionales señalan que la ingesta de calcio debe ajustarse a la edad y las condiciones fisiológicas. En adultos, suele situarse entre 1000 y 1200 mg al día. (Calcio)

El papel de la vitamina D en la absorción del calcio

De nada sirve ingerir grandes cantidades de calcio si el organismo no logra absorberlo correctamente. La vitamina D es esencial en este proceso, ya que estimula la absorción intestinal y regula los niveles en sangre. Esto explica por qué regiones con baja exposición solar presentan mayor incidencia de osteoporosis.

Otro mito frecuente es que basta con la dieta para obtener toda la vitamina D necesaria. En realidad, solo una pequeña parte proviene de los alimentos; la principal fuente es la exposición solar. Sin embargo, los cambios en el estilo de vida, el uso de protectores solares y la vida en interiores han incrementado la deficiencia de vitamina D en la población, lo que representa un desafío para la salud ósea.

Mitos y realidades sobre el calcio y la osteoporosis

El tema del calcio y la osteoporosis ha estado rodeado de creencias que, aunque populares, no siempre corresponden con la evidencia científica. Analizar estos mitos es fundamental para comprender la verdadera dimensión de la enfermedad y tomar decisiones acertadas sobre la prevención y el cuidado de los huesos.

Mito 1: solo las mujeres deben preocuparse por la osteoporosis

La osteoporosis se asocia mayormente con mujeres posmenopáusicas debido a la disminución de estrógenos, hormona que protege la masa ósea. Sin embargo, los hombres también pueden desarrollarla, sobre todo a partir de los 70 años. Aunque la incidencia es menor, el impacto de las fracturas suele ser más grave en varones, con tasas más altas de complicaciones y mortalidad tras una fractura de cadera.

Mito 2: consumir lácteos garantiza huesos fuertes

Si bien los lácteos son una fuente excelente de calcio, su consumo por sí solo no asegura la prevención de la osteoporosis. El fortalecimiento óseo requiere un conjunto de factores: aporte adecuado de calcio y vitamina D, actividad física regular, evitar el tabaquismo y moderar el consumo de alcohol. Creer que bastan dos vasos de leche al día para tener huesos sanos es una simplificación que ignora la complejidad del metabolismo óseo.

Mito 3: la osteoporosis solo aparece en la vejez

Es cierto que la enfermedad es más frecuente en adultos mayores, pero la salud ósea comienza a construirse en la infancia y la adolescencia. El “capital óseo” máximo se alcanza hacia los 30 años, y a partir de entonces empieza una pérdida progresiva. Una alimentación inadecuada y el sedentarismo en etapas tempranas de la vida pueden aumentar el riesgo de osteoporosis en el futuro.

Mito 4: el calcio de los suplementos es igual al de los alimentos

Los suplementos de calcio pueden ayudar en situaciones específicas, pero no son equivalentes a los alimentos ricos en calcio. La dieta aporta no solo el mineral, sino también proteínas, magnesio, fósforo y otros elementos que favorecen la salud ósea. Además, el calcio dietético se absorbe de forma más equilibrada y con menor riesgo de efectos adversos.

Mito 5: las personas con osteoporosis no deben realizar ejercicios

El ejercicio físico es un pilar en la prevención de la osteoporosis. Las actividades de bajo impacto como caminar, trotar o bailar, estimulan la formación ósea al someter al esqueleto a cargas mecánicas. Por otro lado, el entrenamiento de fuerza mejora la masa muscular, protege las articulaciones y reduce el riesgo de caídas. Pensar que el movimiento no tiene efecto sobre los huesos es ignorar una de las estrategias más efectivas de prevención.

Factores de riesgo

Aunque el calcio es esencial, la osteoporosis no depende solo de su consumo. Existen múltiples factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad y que deben considerarse en cualquier plan preventivo.

  • Genética y antecedentes familiares: tener padres o hermanos con osteoporosis o fracturas aumenta significativamente el riesgo.
  • Edad y sexo: a mayor edad, mayor probabilidad de pérdida ósea. Las mujeres son más vulnerables debido a la menopausia.
  • Estilo de vida: el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y el sedentarismo son factores clave que deterioran la salud ósea.
  • Nutrición inadecuada: dietas bajas en proteínas, vitaminas y minerales limitan la construcción y el mantenimiento del hueso.
  • Enfermedades y medicamentos: trastornos hormonales, enfermedades inflamatorias crónicas o tratamientos prolongados con corticoides favorecen la pérdida de densidad ósea.

Estos factores explican por qué la osteoporosis no puede atribuirse únicamente a una ingesta deficiente de calcio. Se trata de un proceso multifactorial que exige un abordaje integral.

El equilibrio entre nutrientes

Otro aspecto que suele pasarse por alto es la interacción del calcio con otros nutrientes. Una dieta rica en calcio, pero pobre en vitamina D, fósforo o magnesio, no alcanzará el efecto deseado. La vitamina K, presente en vegetales verdes, participa en la fijación del calcio en el hueso. El magnesio y el fósforo también forman parte de la matriz ósea, mientras que las proteínas son indispensables para el soporte estructural.

De igual manera, el exceso de sodio, cafeína o dietas muy ricas en proteínas animales pueden aumentar la pérdida de calcio por la orina, debilitando el balance mineral. Por eso, el enfoque debe ser de alimentación equilibrada y variada, no de consumo aislado de un solo nutriente.

Osteoporosis y calidad de vida

Más allá de las cifras de densidad mineral ósea, lo que más preocupa de la osteoporosis es su impacto en la calidad de vida. Las fracturas representan una amenaza seria: limitan la movilidad, generan dolor crónico y conllevan un alto costo sanitario. Una fractura de cadera, por ejemplo, no solo implica una cirugía compleja, sino también meses de rehabilitación y un riesgo aumentado de dependencia funcional.

La prevención adquiere así un papel fundamental. Garantizar una adecuada salud ósea no se limita a tomar un suplemento de calcio, sino a mantener hábitos de vida saludables desde etapas tempranas y a lo largo de la adultez.

Prevención desde la infancia hasta la vejez

El cuidado de los huesos debe comenzar en la infancia, etapa en la que se construye la mayor parte de la masa ósea. Una dieta rica en lácteos, vegetales, legumbres y pescados, acompañada de actividad física al aire libre, sienta las bases para huesos resistentes en la vida adulta.

En la juventud y adultez, el objetivo es mantener ese capital óseo mediante un estilo de vida activo y una dieta equilibrada. En la menopausia y la tercera edad, la estrategia se centra en ralentizar la pérdida ósea, evitar caídas y controlar enfermedades asociadas.

El mensaje central es claro: la prevención debe ser continua y adaptada a cada etapa de la vida. Pensar en la osteoporosis solo cuando aparecen síntomas, es decir la primera fractura, es llegar demasiado tarde.

 

Fuentes:

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