Los episodios diarreicos y los vómitos en la población infantil son causa común de visitas al pediatra y a los servicios de urgencias. Las causas de esos episodios son variadas, sin embargo, tienen algo en común: generan deshidratación.
Cuando la deshidratación no es atendida a tiempo puede tener consecuencias importantes en la salud del niño. Por eso es fundamental saber detectarla para rehidratar al niño lo antes posible.
¿Por qué ocurren los episodios diarreicos y los vómitos en los niños?
En principio, es importante entender que la diarrea y el vómito en la población infantil tienen múltiples causas. Es necesario acudir al médico para que evalúe y diagnostique al niño. De esta forma, tendrá acceso al tratamiento adecuado a su condición.
Entre las causas más comunes se encuentran:
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Contacto con agua contaminada:
las aguas provenientes de letrinas, fosas sépticas o aguas residuales contienen microorganismos que, al entrar en contacto con el ser humano pueden ocasionar enfermedades que generan diarrea.
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Enfermedades infecciosas:
el cólera, afecciones gastrointestinales como las causadas por el Escherichia Coli, la Shingella o los rotavirus generan episodios diarréicos y vómitos que, en algunos casos, pueden ser mortales si no son tratados a tiempo.
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Falta de higiene:
la falta de buenas prácticas de aseo personal y la manipulación inadecuada de alimentos pueden generar la transmisión de enfermedades infecciosas que ocasionan cuadros diarreicos y/o vómitos.
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Malnutrición:
la falta de acceso a alimentos saludables y de calidad en la población infantil hace que dejen de recibir los nutrientes que necesitan para proteger su sistema inmune, lo cual los vuelve más vulnerables a las enfermedades infecciosas que pueden producir diarrea.
¿A qué se debe la deshidratación?
Los episodios diarreicos y de vómitos ocasionan pérdida de agua y electrolitos, lo cuales en el cuerpo ayudan a regular funciones esenciales.
La deshidratación puede generar síntomas que van desde la sed (una respuesta natural ante la pérdida de líquido), ojos hundidos, irritabilidad hasta pérdida del conocimiento en los casos más graves.
Detectar estos síntomas durante o después de un episodio diarreico o de vómito es un indicio de atención médica urgente.
¿Cuáles son las consecuencias de la deshidratación?
La falta de rehidratación ante un episodio de diarrea o vómito puede tener graves implicaciones en la salud del niño:
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Pérdida de electrolitos:
la pérdida significativa de componentes esenciales como sodio, potasio y cloro que puede afectar el funcionamiento normal del cuerpo del niño.
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Dificultad para regular la temperatura corporal:
la deshidratación dificulta la regulación de la temperatura corporal.
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Problemas cardiovasculares:
la deshidratación puede provocar tensión baja, taquicardia o latidos cardíacos acelerados y otros problemas relacionados con el corazón y los vasos sanguíneos, a consecuencia de nivel bajo de líquidos en la sangre.
La rehidratación: una medida esencial
La rehidratación es el tratamiento que se aplica para restituir el agua y los electrolitos perdidos en un paciente. Ante casos de diarrea o vómitos en los niños, las dos formas más comunes para hacerlo son:
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Sales de rehidratación oral (SRO)
Son compuestos que contienen cantidades específicas de azúcar, electrolitos y agua, diseñados para una rápida absorción en el organismo, lo que permite acortar el tiempo de deshidratación y evitar complicaciones. Pueden estar disponibles en presentación líquida o en polvo y se consiguen en las farmacias y supermercados; estas se utilizan en casos leves y moderados de deshidratación en niños que acepten la ingesta de líquidos por vía oral.
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Líquidos intravenosos
Son tratamientos que se utilizan en casos de deshidratación grave. Solo pueden ser administrados en un centro de salud u hospital y por personal médico calificado. Las indicaciones del tratamiento van a depender de la gravedad de la deshidratación.
Es importante mencionar que las bebidas deportivas o las gaseosas no funcionan como agentes rehidratantes. Este tipo de bebidas por lo general tienen un exceso de azúcares que podrían producir el efecto contrario y generar más deshidratación en el niño.
En el caso de vómitos y diarreas abundantes o persistentes, lo recomendable es llevar al niño a un centro de salud para que sea atendido por personal médico.