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Micronutrientes: Calcio, zinc y vitamina D para una niñez sana

Existen macronutrientes y micronutrientes esenciales para el cuerpo. Su consumo adecuado es clave en el desarrollo y crecimiento de los niños. Los macronutrientes son requeridos en grandes cantidades por el organismo y además aportan energía. Entre ellos se incluyen los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Pero los que nos ocupará en esta oportunidad son los micronutrientes, específicamente el calcio, el zinc y la vitamina D, que se erigen como factores fundamentales para que el metabolismo funcione correctamente, de allí su importancia.

 

Poderoso calcio

 

Las necesidades de calcio son altas en este periodo de la vida, por lo que la alimentación debe ser rica en productos que lo contengan. Es esencial para la formación del esqueleto y un consumo adecuado en estas edades puede ayudar a prevenir la osteoporosis en etapas posteriores de la vida. Se encuentra en todos los productos lácteos, como leche, queso y yogurt, además de los frutos secos y  algunos vegetales como espinaca y brócoli.

La adquisición de hábitos saludables de alimentación en edades tempranas se asocia con consumos  adecuados de calcio en edades posteriores.

Entre sus funciones ayuda a formar y mantener dientes y huesos sanos. Este mineral también ayuda a la coagulación de la sangre, el envío y recepción de señales nerviosas, la contracción y relajación muscular, la secreción de hormonas y otros químicos y al mantenimiento de un ritmo cardíaco normal.

 

Consejos útiles sobre el calcio

Solo tenemos una oportunidad para desarrollar huesos fuertes y es cuando somos niños o adolescentes. Los infantes que ingieren suficiente cantidad de calcio inician sus vidas adultas con unos huesos que son lo más resistentes posible. Esto los protege de la pérdida ósea que ocurre en etapas posteriores de la vida.

 

Fuentes de calcio

Hay alimentos que son muy ricos en calcio y los lácteos figuran entre sus mejores fuentes naturales. En este rubro destacan la leche, el yogur y los quesos, madurados o no.

El porcentaje de grasa que contenga la leche y otros productos lácteos no afecta a su contenido en calcio. La leche descremada, la semidescremada al 1% o 2%, o la leche entera contienen aproximadamente la misma cantidad de calcio. El profesional de la salud indicará qué tipo de leche es la más adecuada para cada caso.

Hay niños que no pueden comer lácteos, por lo que deben sustituirlos por otros alimentos, entre los que se encuentran tres de origen asiático: el tofu, el brócoli y la soya verde fresca,  una legumbre rica en nutrientes que se adapta a una gran variedad de recetas. También hay leche deslactosada para los niños que son intolerantes a la lactosa. Col rizada, acelgas, col china y otros tipos de verdura de hoja verde pertenecen a esta lista, al igual que frutos secos como almendras y semillas de sésamo o ajonjolí, así como alubias, garbanzos, naranjas, higos y ciruelas pasas.

 

Calcio para bebés, niños y adolescentes

Los bebés consumen calcio a partir de la leche materna o de la leche de fórmula. Los de menos de 6 meses de edad necesitan 200 mg al día. Los de 6 a 11 meses requerirán 260 mg diarios.

Los únicos tipos de leche que deben ingerir los bebés son la leche materna o la de fórmula. No hay que darles leche de vaca, de cabra ni fórmula preparada de forma casera a un bebé de menos de un año.

Los niños necesitan más calcio a medida que van creciendo, para poder desarrollar así un crecimiento óseo adecuado. Los de 1 a 3 años necesitan 700 mg al día (en 2 o 3 raciones) y los de 4 a 8 años necesitarán 1.000 mg en igual número de raciones.

Los de rango de edad comprendida entre los 9 a 18 años, requerirán 1.300 mg de calcio al día en 4 raciones. Pero los pre-adolescentes y los adolescentes es posible que necesiten añadir más alimentos ricos en calcio a su dieta. Para ello es conveniente acudir a un nutricionista o profesional especializado en alimentación.

 

Zinc, tan indispensable como eficaz

 

El zinc es un micronutriente considerado definitivamente esencial. Cumple una función clave en la infancia para un óptimo desarrollo y crecimiento, pues forma parte importante en la producción de enzimas para la síntesis de ARN y ADN y en la función inmune.

Esto quiere decir que es un nutriente que las personas necesitan para estar sanas. Se encuentra en las células de todo el cuerpo. Ayuda al sistema inmunitario a combatir bacterias y virus. En este sentido, el cuerpo también necesita zinc para fabricar proteínas y el ADN, material genético presente en todas las células.

El zinc es necesario para el funcionamiento apropiado de muchos sistemas en el cuerpo del niño, especialmente para una piel sana y un sistema inmune fuerte y capaz de ofrecer resistencia a diversas infecciones. Su carencia en el organismo puede propiciar posibles retrasos en el crecimiento y desarrollo, deficiencias inmunológicas, hiposmia (pérdida parcial del olfato) e hipogeusia, que es la disminución de la capacidad de notar los sabores: dulce, ácido, amargo, salado y umami. Aparte, de diarreas crónicas, retraso madurativo, entre otros problemas de salud. 

La deficiencia o carencia de zinc puede también ocasionar debilidad y manchas blancas en uñas, pérdida de apetito, alteración del crecimiento, cansancio, debilidad del sistema inmune, susceptibilidad a procesos infecciosos y cicatrización lenta, entre otros síntomas que solo el médico puede determinar con exactitud, así como la cantidad de zinc que el niño debe consumir dependiendo de su edad.

Para prevenir la carencia de zinc es importante tener siempre en cuenta que las dietas balanceadas para los infantes deben ser completas, equilibradas y armónicas. Así lo recomiendan los nutricionistas. Las principales fuentes son los granos integrales, cereales para los desayunos balanceados y fortificados, carnes, aves, y mariscos, productos de soya, legumbres y la yema de huevo. Todo ello asegura un desarrollo cognitivo, físico e intelectual adecuado.

Importancia del zinc para el crecimiento

Estamos ante un mineral esencial para el organismo del niño, ya que es necesario para el funcionamiento apropiado de varios sistemas en el cuerpo, en especial para desarrollar un sistema inmune fuerte, capaz de ofrecer resistencia a diversas infecciones.

Ahora bien, los beneficios del zinc en los pequeños se ven reflejados para que tengan un normal desarrollo, tanto físico como cognitivo. Esto se debe a que este mineral desempeña un papel fundamental en procesos biológicos como el crecimiento, el metabolismo celular y la diferenciación. Todo esto se traduce en que, durante la niñez, el cuerpo necesita zinc, no sólo para crecer, sino también para desarrollarse adecuadamente.

 

Consumos de referencia dietética

Los niveles diarios de consumo dependen de la edad. Las cantidades promedio están expresadas en miligramos (mg).

  • Bebés
    • Hasta los 6 meses de edad: 2 mg
  • Niños e infantes
    • 7 a 12 meses: 3 mg
    • 1 a 3 años: 3 mg
    • 4 a 8 años: 5 mg
    • 9 a 13 años: 8 mg

 

Suplementos de zinc

Existen estudios que han demostrado que la suplementación en niños con deficiencia de zinc favorece el tratamiento contra la desnutrición, ya que se logra ganancia de peso e incremento en talla, además, mejora episodios de diarreas y neumonías y también el desarrollo psicomotor.

Este mineral también se vende en suplementos, solo o combinado con calcio, magnesio, vitamina D y otros ingredientes.

Y es que un complejo multivitamínico con zinc proporciona los requerimientos diarios de este mineral.

Los suplementos se presentan en distintas formas, entre ellas como gluconato de zinc, sulfato de zinc y acetato de zinc. No es evidente que una de estas formas de presentación sea más eficaz que las otras.

 

Vitamina D en el sol y los alimentos

 

En cuanto a las vitaminas, todas son importantes para la salud. Se obtienen al contar con una dieta basada en gran variedad de frutas y vegetales. En el caso de los niños, se debe prestar especial atención a la vitamina D.

Las fuentes de vitamina D incluyen la luz solar y ciertos alimentos. Nuestra piel la produce naturalmente cuando se expone a la luz solar. Es por eso que se la conoce como “la vitamina del sol”. La mayoría de las personas pueden obtener la cantidad correcta con solo 10 a 15 minutos de exposición directa al sol algunas veces por semana.

Sin embargo, durante el invierno, o para los niños que viven en zonas de clima nublado o que no pasan mucho tiempo al aire libre, la vitamina D tendría que provenir de fuentes de alimentos. Como recordatorio, es importante no exagerar la exposición al sol, ya que puede aumentar el riesgo de cáncer de piel.

También puede encontrarse naturalmente en pescados como el salmón, el arenque y el atún. Otros alimentos y bebidas fortificados con vitamina D son la leche, el yogur y los cereales para el desayuno. Incluir estos alimentos enriquecidos como parte de una dieta bien equilibrada, es una opción que no deja de ser recomendable.

Entre las bondades de la vitamina D está que ayuda al organismo a absorber y regular adecuadamente el calcio, que es esencial para la salud de los huesos. En ese sentido, si no hay suficiente vitamina D, los niños pueden tener huesos débiles o quebradizos, que se fracturan fácilmente.

Además, la vitamina D es muy importante para el cuerpo por muchas otras razones. Los músculos requieren esta vitamina para el movimiento. Es decir, los nervios la necesitan para transmitir mensajes entre el cerebro y cada parte del cuerpo, y el sistema inmunitario emplea la vitamina D para combatir los virus y las bacterias que lo invaden.

 

Suplementos de vitamina D

Debido a que la leche materna no es una buena fuente de vitamina D, los lactantes deben recibir 400 UI de vitamina D por día, comenzando poco después del nacimiento hasta el años de vida.

Este suplemento puede administrarse a través de gotas líquidas de vitamina D. Los bebés alimentados con leche de fórmula si no se cumplen los requerimientos de vitamina D también deben recibir un suplemento líquido.

En el caso de que se determine que el niño o adolescente no esté recibiendo suficiente vitamina D a partir de la dieta o la exposición al sol, habrá que consultar con  el pediatra si necesita un suplemento. Un multivitamínico diario para niños incluiría la cantidad diaria recomendada de vitamina D.

Si se opta por darle a al niño suplementos de vitamina D, tenga en cuenta las asignaciones diarias recomendadas para cada rango de edad del infante.

 

Signos de deficiencia

Es probable que los niños con una deficiencia leve de vitamina D presenten pocos síntomas o ninguno. Los niños que poseen niveles extremadamente bajos de esta vitamina pueden sentirse cansados y quejarse de dolor óseo o muscular. En los casos más graves, pueden sufrir fracturas óseas frecuentes o desarrollar raquitismo.

Los niños con piel más oscura pueden correr más riesgo de desarrollar deficiencia de vitamina D que otros debido a que la melanina (el pigmento de la piel) reduce la capacidad del cuerpo de producir vitamina D de manera eficaz.

Si tienes inquietudes te invitamos a realizar el siguiente test, haciendo clic aquí.

 

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