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La hidratación es vital para el sistema digestivo

El aporte de agua proveniente de alimentos y bebidas es lo que conocemos como hidratación. Este proceso desempeña un rol fundamental en la digestión de la comida y en la absorción de nutrientes en el sistema gastrointestinal.

La adecuada hidratación es vital una buena salud. Cuando el cuerpo humano no tiene la cantidad de líquido necesario, las células se deshidratan lo cual afecta su actividad. Uno de sus síntomas son los calambres, que sobrevienen por el desequilibrio entre las proporciones de electrolitos y minerales, generando así que los músculos no funcionen correctamente.

Es importante beber agua antes, durante y después de un entrenamiento físico. El clima cálido o húmedo, produce sudoración, lo que a su vez causa pérdida de líquidos, por tanto, en estas situaciones es importantes beber más líquidos. La deshidratación también puede ocurrir a grandes altitudes.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el agua es esencial para el cuerpo humano en cualquier etapa de la vida, pues ayuda a regular la temperatura corporal, manteniendo la piel hidratada y elástica, lubricando articulaciones y órganos y estableciendo una adecuada digestión.

 

Agua, imprescindible motor de la buena salud

El agua interviene literalmente en todos y cada uno de los pasos del proceso digestivo de allí la importancia de mantenerse correctamente hidratado. Es una condición fundamental y necesaria para llevar un estilo de vida saludable.

La vemos desde el inicio del proceso digestivo, como uno de los principales componentes de la saliva, que ayuda a procesar la comida al ingerirla junto con la masticación y deglución. También es fundamental para las enzimas que inician el proceso de descomposición química de las grasas y los carbohidratos en el proceso de la digestión.

Una vez que los alimentos llegan al estómago, los jugos gástricos acuosos se liberan y sus enzimas comienzan a descomponer las proteínas y los carbohidratos de los alimentos consumidos en pedazos más pequeños, preparándolos de esta manera para su entrada al intestino delgado, donde se efectúa la mayor parte del proceso de digestión de la comida.

Hay mitos que a fuerza de repetirse se dan como verdades, que no son tales. Uno de ellos es la noción de que beber agua con los alimentos diluye los jugos digestivos de tal manera que no pueden hacer su trabajo. Resulta que es todo lo contrario: consumir el líquido adecuado mejora el proceso. Otro atributo específico del agua, es que resulta necesaria para producir la mucosidad que recubre el estómago y lo protege de los jugos digestivos que son altamente ácidos.

Mientras el proceso digestivo continúa en el intestino grueso, el agua también es vital, pues las fibras solubles de alimentos como avena, frijoles y cebada se disuelven, lo que les permite expandirse y obtener más volumen.

Por otra parte, las fibras insolubles de alimentos como los granos enteros y la mayoría de los vegetales, tienden a atrapar y atraer el agua, en lugar de absorberla, lo que ayuda a mejorar los movimientos intestinales regulares.

El intestino grueso, que es la parte del intestino que se conecta con el recto y ano, es el lugar en el que el cuerpo absorbe gran cantidad de agua para formar el bolo fecal.

Si hay alguna verdad poco refutable desde el punto de vista médico, es que una digestión saludable depende del consumo de la fibra adecuada. El ejercicio físico también es beneficioso, por cuanto al mover los músculos del esqueleto durante su práctica, se estimulan los músculos lisos del tracto digestivo, lo que ayuda a mejorar su equilibrio.

Pero lo que siempre hay que tener presente es el sano e imprescindible hábito de consumir suficiente líquido diariamente para que el sistema digestivo funcione eficaz y correctamente.

 

Cuánta agua necesita

Otro dato interesante es que el agua es el componente químico principal del cuerpo y representa aproximadamente del 50% al 70% del peso corporal. Cada célula, tejido y órgano del cuerpo necesita agua para funcionar correctamente. Especialistas de la Clínica Mayo destacan que el agua hace posible lo siguiente:

  • “Elimina los desechos a través de la orina, la transpiración y las deposiciones.
  • Mantiene la temperatura en niveles normales.
  • Lubrica y amortigua las articulaciones.
  • Protege los tejidos sensibles.”

La falta de agua puede provocar deshidratación, un trastorno que ocurre cuando no hay suficiente de este vital líquido en el cuerpo para llevar a cabo sus funciones normales. Incluso una deshidratación leve puede agotar la energía y causar cansancio.

Todos los días pierdes agua a través de la respiración, la transpiración, la orina y las deposiciones. Para que tu cuerpo funcione correctamente, debes reponer el suministro de agua consumiendo bebidas y alimentos que contenga agua”.

En cuanto al consejo de que se debe beber ocho vasos de agua por día, lo consideran, además de fácil de recordar, “un objetivo razonable”.

También destaca la Clínica Mayo que “la mayoría de las personas sanas pueden mantenerse hidratadas bebiendo agua y otros líquidos siempre que sientan sed. Para algunas, menos de ocho vasos al día puede ser suficiente. Pero otras pueden necesitar más”.

La ingesta total de líquidos es modificable de acuerdo a distintos factores, entre los que vale mencionar el ejercicio, como ya habíamos mencionado. En este caso es más que necesario beber agua adicional para cubrir la pérdida de líquidos. Y hacerlo antes, durante y después de un entrenamiento.

El cuerpo pierde líquidos también en casos de fiebre, vómitos o diarrea. Aquí, además  de beber más agua, hay que seguir las instrucciones de un médico o profesional de la salud, de ingerir soluciones de rehidratación oral. Otras afecciones que pueden requerir una mayor ingesta de líquidos son las infecciones de la vejiga y los cálculos de las vías urinarias. Si se está embarazada o amamantando, es posible que se necesite más líquido.

Cuando se afirma que el agua no es la única opción para satisfacer las necesidades de hidratación, hay que decir que el comer aporta una parte significativa. Por ejemplo, el 91% del peso de muchas frutas y el 95% de hortalizas, como sandía, melón y espinaca, está compuesto de agua.

Además, bebidas tales como la leche, los jugos y los tés de hierbas son casi en su totalidad agua. Incluso las bebidas con cafeína, como el café y las gaseosas, contribuyen al consumo diario de agua. Sin embargo, hay que ser cautos con las bebidas endulzadas con azúcar, como las gaseosas regulares, las bebidas energizantes y otras que suelen contener una gran cantidad de azúcar agregada, pues aportan más calorías de lo necesario, lo cual no es recomendable desde todo punto de vista.

Una manera de detectar si la ingesta de líquidos es virtualmente la adecuada es cuando rara vez se tiene sed y la orina es incolora. Aunque la última palabra en este sentido suele determinarla un médico o un dietista.

Por otro lado, como una medida de prevención para evitar la deshidratación y asegurarse de que el cuerpo reciba los líquidos que requiere, es una buena idea beber un vaso de agua con cada comida y entre comidas,  antes, durante y después de hacer ejercicio y, por supuesto, si se tiene sed.

Beber demasiada agua también puede representar un problema, incluso en los adultos sanos y bien alimentados. En ocasiones los atletas beben mucha agua, en un intento por evitar la deshidratación durante el ejercicio físico prolongado o intenso. Cuando se ingiere demasiada agua, los riñones no pueden deshacerse del exceso de este líquido, además de que el contenido de sodio en la sangre se diluye. Esto se conoce como hiponatriemia y puede poner en riesgo la vida.

 

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