Novedades

Deficiencia de vitamina D: un problema común y sus impactos

La deficiencia de vitamina D se ha convertido en un problema frecuente a nivel mundial, especialmente en personas que no se exponen con regularidad al sol, tienen piel más oscura, presentan enfermedades que afectan la absorción intestinal o son de edad avanzada. Esta vitamina cumple un rol esencial en la regulación del metabolismo del calcio y el fósforo, y es clave para mantener huesos fuertes y una función muscular adecuada.

Cuando los niveles de vitamina D son bajos, pueden aparecer problemas como debilidad muscular, dolor óseo, fatiga persistente e incluso fracturas. En casos más avanzados, pueden desarrollarse enfermedades como la osteomalacia en adultos o el raquitismo en niños, ambos trastornos relacionados con la desmineralización ósea.

Frecuencia de la deficiencia y factores de riesgo

No todas las personas tienen el mismo riesgo de presentar deficiencia de vitamina D. Esta condición puede afectar a distintos grupos según sus características biológicas, hábitos de vida o condiciones médicas. A continuación, se detallan los factores de riesgo más comunes:

  • Edad avanzada: con el envejecimiento, la piel pierde capacidad para producir vitamina D a partir de la exposición solar. En ancianos con poco aporte dietario y que además padecen enfermedad renal crónica, existen mayores probabilidades de padecer deficiencia de vitamina D.
  • Piel oscura: la melanina actúa como un filtro natural contra los rayos UVB, lo que disminuye la producción cutánea de vitamina D. Las personas con tonos de piel más oscuros necesitan una mayor exposición al sol para obtener niveles similares a quienes tienen piel clara.
  • Exposición solar limitada: vivir en climas fríos, usar ropa que cubra la mayor parte del cuerpo puede reducir la síntesis de vitamina D.
  • Lactancia exclusiva sin suplementación: la leche materna contiene cantidades reducidas de vitamina D, lo que puede requerir suplementación en los lactantes. Es importante destacar que en este grupo etario, la suplementación debe ser controlada estrictamente por un especialista.
  • Trastornos de absorción: enfermedades como la enfermedad celíaca, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn afectan la capacidad del intestino, entre otras, para absorber adecuadamente nutrientes, incluida la vitamina D.
  • Enfermedades hepáticas o renales: el cuerpo necesita convertir a la vitamina D en su forma activa, proceso que depende de una buena función hepática y renal. Cuando hay daño en estos órganos, esta conversión se ve afectada.
  • Cirugías digestivas: procedimientos como la cirugía bariátrica, que modifican la anatomía del sistema digestivo, pueden limitar la absorción de esta vitamina.

En sus fases iniciales, la deficiencia puede no mostrar síntomas. Sin embargo, cuando se prolonga, puede provocar complicaciones que afectan la calidad de vida. El riesgo de fracturas, debilidad muscular y alteraciones óseas aumenta, lo que justifica la importancia de la prevención y el diagnóstico precoz.

¿Cómo se diagnostica la deficiencia de vitamina D?

El nivel de vitamina D en sangre suele medirse con pruebas que cuantifican el total de 25‑hidroxivitamina D. Los resultados se clasifican como insuficientes, deficientes o tóxicos. No se recomienda hacer pruebas de rutina a toda la población, sino a quienes presentan síntomas relevantes (dolor óseo, debilidad muscular, fracturas) o están en grupos de riesgo: personas con poca exposición solar, ancianos, individuos con obesidad, enfermedades crónicas o dietas pobres en vitamina D.

Cuando se inicia el tratamiento de la deficiencia, se debe repetir la prueba tras algunos meses para verificar que los niveles se normalizan.

Importancia del tratamiento en la deficiencia de vitamina D

El tratamiento para corregir la deficiencia de vitamina D tiene dos fases principales: inicial (o de recuperación) y mantenimiento. En casos de deficiencia diagnosticada, se administran dosis más altas durante un periodo breve, y luego se pasa a una dosis diaria de mantenimiento que permita conservar niveles adecuados en el tiempo.

La dosis recomendada para adultos sanos puede variar según la edad y el contexto clínico, pero en personas con déficit confirmado, es común que se necesiten cantidades más elevadas bajo seguimiento médico.

Formas de administración

La vitamina D puede tomarse como cápsulas diarias, dosis semanales o incluso como inyecciones mensuales. Todas las presentaciones pueden ser efectivas si se usan correctamente. La elección depende de las preferencias del paciente, el grado de deficiencia y las indicaciones del profesional de salud.

Efectos de la deficiencia prolongada en la salud

Cuando la deficiencia de vitamina D no se corrige, el organismo comienza a manifestar signos de deterioro en varios sistemas. La alteración más conocida es la afectación del metabolismo óseo, pero sus consecuencias van mucho más allá.

En adultos, con deficiencia severa, se puede producir osteomalacia, una condición en la que los huesos se vuelven blandos y dolorosos. Los pacientes suelen referir fatiga, debilidad muscular, molestias difusas en la espalda baja o pelvis, y dificultades para realizar tareas cotidianas. En niños, la consecuencia más grave es el raquitismo, caracterizado por deformidades óseas, retraso en el crecimiento y debilidad general.

A nivel muscular, la falta de vitamina D puede reducir la fuerza y aumentar el riesgo de caídas, especialmente en personas mayores. Esta combinación de debilidad y fragilidad ósea incrementa la probabilidad de fracturas, lo que puede derivar en pérdida de movilidad, dependencia y complicaciones a largo plazo.

Pero los efectos no se limitan al sistema musculoesquelético. Diversas investigaciones han explorado la relación entre niveles bajos de vitamina D y un mayor riesgo de:

  • Infecciones respiratorias recurrentes, debido al papel que juega en la respuesta del sistema inmunológico.
  • Trastornos autoinmunes como:

– Esclerosis múltiple: enfermedad que afecta al sistema nervioso y dificulta el movimiento y la coordinación.
– Artritis reumatoide: afección crónica que causa inflamación y dolor en las articulaciones.
– Diabetes tipo 1: trastorno que se caracteriza por la destrucción de las células del páncreas, lo que impide la segregación de insulina.

  • Problemas cardiovasculares, aunque la evidencia sobre el impacto directo de la vitamina D en la prevención de estas enfermedades aún es objeto de estudio.

Además, se ha planteado que una deficiencia sostenida podría influir en la salud metabólica, favoreciendo la resistencia a la insulina y otros componentes del síndrome metabólico. Aunque no todos estos vínculos han sido confirmados con certeza, sí refuerzan la idea de que mantener niveles adecuados de vitamina D es crucial no solo para los huesos, sino para la salud general.

Recomendaciones generales para mantener niveles adecuados

Para prevenir la deficiencia, es importante adoptar una combinación de estrategias que incluyen exposición solar responsable, alimentación adecuada y, cuando sea necesario, suplementación. No todas las personas requieren suplementos de forma sistemática, pero muchos sí podrían beneficiarse de ellos en ciertas etapas de la vida o en presencia de factores de riesgo.

Exposición solar

La exposición moderada al sol es la forma más natural de obtener vitamina D. La piel la produce a partir de los rayos UVB, por lo que pasar unos minutos al aire libre, especialmente en horarios de la mañana, puede ser beneficioso. Sin embargo, esta producción se ve afectada por:

  • El uso constante de protectores solares (aunque necesarios para prevenir el cáncer de piel).
  • La estación del año, con menor irradiación en invierno.
  • La latitud geográfica, ya que en zonas más alejadas del ecuador se produce menos vitamina D.
  • El tipo de piel, siendo menor la síntesis en personas con piel más oscura.

Por eso, en muchos casos, depender solo del sol no es suficiente para cubrir las necesidades del organismo, especialmente en épocas frías o en personas con baja movilidad.

Alimentación

Aunque pocos alimentos contienen vitamina D en cantidades significativas, incluirlos en la dieta puede aportar una parte importante del requerimiento diario. Entre los principales se encuentran:

  • Pescados grasos como el salmón, la caballa o las sardinas.
  • Hígado de res, yema de huevo y algunos productos lácteos fortificados.
  • Alimentos enriquecidos como ciertos cereales, jugos y bebidas vegetales.

No obstante, cubrir el requerimiento exclusivamente mediante la alimentación suele ser difícil, lo que explica por qué muchas personas necesitan un aporte adicional a través de suplementos.

Suplementación

Los suplementos de vitamina D son seguros, accesibles y efectivos si se administran correctamente. Su uso debe basarse en necesidades individuales y bajo supervisión médica, sobre todo cuando se trata de dosis altas o tratamientos prolongados.

En general, se puede recomendar suplementación preventiva a:

  • Personas con exposición solar insuficiente o limitada.
  • Adultos mayores, especialmente los que viven en residencias o con movilidad reducida.
  • Lactantes, niños y adolescentes con factores de riesgo.
  • Mujeres embarazadas o en período de lactancia.
  • Personas con enfermedades que afectan la absorción intestinal.

También es importante considerar que algunas situaciones clínicas requieren esquemas de suplementación específicos, como en casos de deficiencia grave, malabsorción o tras cirugías gastrointestinales. La evaluación médica individualizada es esencial para definir la dosis, la duración y el tipo de suplemento más adecuado.

Precauciones con la suplementación: evitar el exceso

Aunque la suplementación con vitamina D puede aportar múltiples beneficios, su uso debe hacerse con criterio médico. Como ocurre con cualquier nutriente, el exceso también puede traer consecuencias. La toxicidad por vitamina D es poco común, pero posible si se consumen dosis elevadas durante largos periodos sin supervisión.

Este exceso puede derivar en hipercalcemia, es decir, una concentración anormalmente alta de calcio en la sangre. Cuando esto ocurre, pueden aparecer síntomas como:

  • Náuseas y vómitos.
  • Fatiga, debilidad muscular o confusión.
  • Dolor abdominal y estreñimiento.
  • Daño renal por la formación de cálculos o incluso insuficiencia renal en casos extremos.

Por tanto, es fundamental que cualquier suplementación, especialmente si se hace con dosis superiores a las habituales, esté respaldada por análisis de sangre y seguimiento médico. El objetivo siempre debe ser alcanzar niveles adecuados, no excederse en un intento de obtener beneficios adicionales.

Grupos especiales en riesgo de padecer déficit de vitamina D

Hay ciertos grupos poblacionales que requieren atención especial cuando se trata de vitamina D. Sus necesidades nutricionales, condiciones fisiológicas y nivel de exposición solar los convierten en más vulnerables tanto a la deficiencia como a sus consecuencias.

Lactantes y niños pequeños

La leche materna, aunque completa en muchos aspectos, contiene niveles bajos de vitamina D. Por esta razón, los lactantes alimentados exclusivamente con pecho deben recibir suplementación desde el primer mes de vida. En caso de deficiencia severa, si no se trata a tiempo, los infantes pueden correr el riesgo de desarrollar raquitismo.

A medida que el niño crece, la necesidad de esta vitamina sigue siendo alta por su rol en el crecimiento óseo y muscular. Una dieta equilibrada y el juego al aire libre ayudan, pero en muchos casos se recomienda mantener cierta suplementación, sobre todo en meses de invierno.

Mujeres embarazadas y en lactancia

Durante el embarazo, la vitamina D es esencial para el desarrollo óseo del feto y para garantizar niveles adecuados en la madre, ya que la deficiencia puede estar relacionada con complicaciones obstétricas. Además, una madre con niveles bajos no podrá transferir suficiente vitamina D a su bebé a través de la lactancia.

Por estas razones, los controles prenatales deben incluir una valoración del estado nutricional y, si es necesario, indicar suplementación con dosis seguras y ajustadas a cada etapa.

Adultos mayores

Las personas mayores tienen varios factores que aumentan su riesgo de deficiencia: menor síntesis cutánea, escasa exposición al sol, dietas pobres, uso de múltiples medicamentos y enfermedades que interfieren con la absorción. A esto se suma una mayor fragilidad ósea y muscular, que hace especialmente relevante mantener niveles óptimos de vitamina D para prevenir fracturas, caídas y deterioro funcional.

En muchos casos, una suplementación de mantenimiento bien pautada es suficiente para cubrir sus necesidades y contribuir a una mejor calidad de vida.

Una vitamina con múltiples funciones

Durante muchos años, la vitamina D fue vista solo como un regulador del metabolismo óseo y del calcio. Sin embargo, investigaciones más recientes han ampliado nuestra comprensión sobre su papel en el cuerpo humano. Esta vitamina también actúa como una hormona que interviene en la regulación de procesos celulares, la inmunidad, la función cardiovascular y el sistema nervioso.

Los receptores de vitamina D están presentes en múltiples órganos y tejidos, lo que explica por qué su deficiencia se asocia a una variedad de problemas de salud. Aunque muchas de estas asociaciones aún están bajo estudio, se reconoce que mantener niveles adecuados puede tener un efecto preventivo frente a ciertas enfermedades crónicas, infecciosas e incluso autoinmunes.

Este potencial impacto en diferentes sistemas hace que la vitamina D sea un componente clave no solo del metabolismo mineral, sino también de la salud global.

Cuidar los niveles de vitamina D: una medida preventiva clave

La vitamina D se ha convertido en un indicador importante del bienestar general. No se trata únicamente de evitar enfermedades óseas como la osteomalacia o el raquitismo, sino de adoptar una visión más integral de su rol en el organismo. Dada su influencia en la función muscular, el sistema inmunológico y posiblemente en otros procesos metabólicos, asegurar niveles adecuados es una forma eficaz de cuidar la salud en todas las etapas de la vida.

La prevención sigue siendo la estrategia más efectiva. Adoptar hábitos saludables como una dieta variada, la exposición solar responsable y, cuando sea necesario, la suplementación guiada por profesionales permite mantener esta vitamina en rangos óptimos sin incurrir en excesos.

Frente a un entorno donde la vida en interiores, la alimentación procesada y la baja exposición al sol son cada vez más comunes, prestar atención a la vitamina D no debe tomarse a la ligera. Un enfoque equilibrado y personalizado es la mejor vía para proteger el bienestar óseo, inmunológico y general, hoy y a largo plazo.

 

Fuentes:

Johnson L: (2024). Carencia de vitamina D. MSD Manuals. Disponible en: https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-nutricionales/vitaminas/carencia-de-vitamina-d

Mayo Clinic. (2025). ¿Qué es la toxicidad de la vitamina D? ¿Debería preocuparme por tomar suplementos?. Disponible en:

https://www.mayoclinic.org/es/healthy-lifestyle/nutrition-and-healthy-eating/expert-answers/vitamin-d-toxicity/faq-20058108

Molina S., Tijerina A., Torres N. (2024). Déficit de vitamina D y alto riesgo obstétrico: revisión narrativa. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0300-90412023001000004

Valero MA., Hawkins F. (2007) Metabolismo, fuentes endógenas y exógenas de vitamina D. Elsevier. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-reemo-70-articulo-metabolismo-fuentesendogenas-exogenas-vitamina-13108019

Medline Plus. (s/f). Vitamina D. Disponible en: https://medlineplus.gov/spanish/vitamind.html

Díez J.(2022).  El sistema endocrino de la vitamina D: fisiología e implicaciones clínicas. Revista Española de Cardiología. disponible en:

https://www.revespcardiol.org/es-el-sistema-endocrino-vitamina-d-articulo-S113135872200005X

Rivera JA, Hotz C, González-Cossío T, Neufeld L, García-Guerra A. (2003). El efecto de las deficiencias de micronutrientes en el crecimiento infantil: una revisión de los resultados de ensayos de suplementación en la comunidad. National Library of Medicine. Disponible en:

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37865222/

López-Sobaler, A. M et al. (2022). Impacto de la vitamina D en la salud. Dificultades y estrategias para alcanzar las ingestas recomendadas. Scielo. Disponible en: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112022000700008

Pacheco-Acosta, J., Pizarro, F. (2020). Efecto de la suplementación con vitamina D en dosis única sobre el estado nutricional de vitamina D.  Scielo. Disponible en: https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0370-41062020005001104&script=sci_arttext

Wimalawansa SJ. (2023). Infecciones y autoinmunidad: El sistema inmunitario y la vitamina D: una revisión sistemática. National Library of Medicine. Disponible en:

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37686873/

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

¿Eres
Profesional de la Salud?

¿Eres
Profesional de la Salud?